CARTAGENA - COSTUMBRES ALGUNAS COSAS DEL HABLA DE CARTAGENA
(Cita del libro Cartagena Entrañable)
Isidoro Valverde Álvarez
[...] el cartagenero, que es ingenioso hablando, emplea unos modismos llenos de gracia y de expresividad ante los que tienen que rendirse los extraños. Por otra parte, si bien por simplificar dice ma por mamá, también dice, bellamente, maica. Y es que el cartagenero se mueve a sus anchas en el campo de los diminutivos, acariciándolos o formándolos de términos increíbles.
El cartagenero utiliza vocablos curiosos, algunos de los cuales, no obstante ser empleados casi exclusivamente en Cartagena, son -lo digo para asombro de los extraños- perfectamente académicos.
Al foráneo le llama sobremanera la atención que a los cordones de los zapatos se les llame cordoneras, y que se diga echar gusto por tener sabor, estar nulo por estar nublado, pareta por pared, solaje por poso, untar por manchar y boria por niebla.
En Cartagena, no ganar nada en un juego, en un asunto o en un negocio, es no comerse un torrao, y tener pesadumbre es tener pesaombre. En Cartagena, encortarse es no hacer algo a lo que se estaba decidido, por timidez o por vergüenza, y comer a tajo parejo -expresión con resonancias laborales- es comer mucho y sin pausa, pero -eso sí- ordenadamente, comenzando por una orilla del plato y avanzando en línea.
En Cartagena, para decir en voz baja se emplea una palabra preciosa: se dice abonico. Y frecuentemente se utiliza en diminutivo el adjetivo suave como adverbio de modo. ¿No habéis oído nunca a un niño cartagenero decir a su madre: ráscame suavico?
A la mujer lenta y poco hábil en las faenas domésticas se le dice irónicamente: "¡Qué ardiles tienes!"; porque ardides es aquí palabra casi desconocida. Falluto o falluta -sin duda, por fallido o fallida- se dice de los cacahuetes, almendras, nueces, que o no tienen fruto o lo tienen chuchurrío -palabra ésta también muy cartagenera-.
En Cartagena, se prefiere llamar alcacil a la alcachofa, encerrizao al tercamente obstinado y arregostao al que se aficiona a algo; al igual que se prefiere decir asaúra o tener melsa en vez de hablar de lentitud o flema.
Gracias a tí por compartir tus horas de vida con nosotros,por enseñarnos a pesar de tu juventud,por estar a las duras y a las maduras,por implicarate,en fin,POR SER TÚ EN TODA TU ESENCIA.
CARTAGEMA - RUTAS
ResponderEliminarExisten diversas rutas de senderismo para disfrutar del paisaje y las costas de Cartagena:
-Subida al monte Roldán(495 m).
- Peñas Blancas (624 m).
- Portman - Monte de las Cenizas.
- Sierra de la Atalaya.
- Sierra de la Muela - La Azohía.
- Cabezo de la Fuente - Calblanque.
CARTAGENA - COSTUMBRES
ResponderEliminarALGUNAS COSAS DEL HABLA DE CARTAGENA
(Cita del libro Cartagena Entrañable)
Isidoro Valverde Álvarez
[...] el cartagenero, que es ingenioso hablando, emplea unos modismos llenos de gracia y de expresividad ante los que tienen que rendirse los extraños. Por otra parte, si bien por simplificar dice ma por mamá, también dice, bellamente, maica. Y es que el cartagenero se mueve a sus anchas en el campo de los diminutivos, acariciándolos o formándolos de términos increíbles.
El cartagenero utiliza vocablos curiosos, algunos de los cuales, no obstante ser empleados casi exclusivamente en Cartagena, son -lo digo para asombro de los extraños- perfectamente académicos.
Al foráneo le llama sobremanera la atención que a los cordones de los zapatos se les llame cordoneras, y que se diga echar gusto por tener sabor, estar nulo por estar nublado, pareta por pared, solaje por poso, untar por manchar y boria por niebla.
En Cartagena, no ganar nada en un juego, en un asunto o en un negocio, es no comerse un torrao, y tener pesadumbre es tener pesaombre. En Cartagena, encortarse es no hacer algo a lo que se estaba decidido, por timidez o por vergüenza, y comer a tajo parejo -expresión con resonancias laborales- es comer mucho y sin pausa, pero -eso sí- ordenadamente, comenzando por una orilla del plato y avanzando en línea.
En Cartagena, para decir en voz baja se emplea una palabra preciosa: se dice abonico. Y frecuentemente se utiliza en diminutivo el adjetivo suave como adverbio de modo. ¿No habéis oído nunca a un niño cartagenero decir a su madre: ráscame suavico?
A la mujer lenta y poco hábil en las faenas domésticas se le dice irónicamente: "¡Qué ardiles tienes!"; porque ardides es aquí palabra casi desconocida. Falluto o falluta -sin duda, por fallido o fallida- se dice de los cacahuetes, almendras, nueces, que o no tienen fruto o lo tienen chuchurrío -palabra ésta también muy cartagenera-.
En Cartagena, se prefiere llamar alcacil a la alcachofa, encerrizao al tercamente obstinado y arregostao al que se aficiona a algo; al igual que se prefiere decir asaúra o tener melsa en vez de hablar de lentitud o flema.
Gracias a tí por compartir tus horas de vida con nosotros,por enseñarnos a pesar de tu juventud,por estar a las duras y a las maduras,por implicarate,en fin,POR SER TÚ EN TODA TU ESENCIA.
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